miércoles, 28 de abril de 2010

Minoru Yamasaki

(Seattle, 1912 - Detroit, 1986) Arquitecto estadounidense recordado especialmente como autor de las famosas "Torres gemelas" del World Trade Center de Nueva York.

Minoru Yamasaki nació el 1 de diciembre de 1912 en Seattle, Washington. Hijo de John Tsunejiro Yamasaki, un agente comercial, y de la pianista Hana Ito, durante su infancia sufrió las injusticias sociales que todos los nisei (descendientes de inmigrantes japoneses) tenían que soportar por el hecho de ser quienes eran. Pese a los pocos recursos económicos de la familia, su hermano Ken y el propio Minoru tuvieron la oportunidad de estudiar y se matricularon en la Garfield High School de Seattle.


Minoru Yamasaki

La visita de su tío, el arquitecto Koken Ito, quien pasó unos días en casa de su hermana antes de volar hacia Tokio, fue un acontecimiento que marcó el devenir de Minoru. Koken mostró a su sobrino los bocetos del edificio de la embajada de Estados Unidos que tenía previsto levantar en la capital japonesa, y éste quedó tan encantado que desde entonces quiso ser arquitecto.

Una vez concluidos los estudios secundarios, el joven Yamasaki quiso hacer realidad su sueño de estudiar arquitectura y trabajó durante varios veranos en una fábrica de conservas en Alaska, para pagarse la matrícula de la Universidad de Washington, en Seattle. Estudió con ahínco y en 1934 obtuvo la deseada licenciatura. No obstante, eso no fue suficiente para que un nisei como él encontrase trabajo en Seattle durante la depresión económica que sufría el país. Yamasaki vio con claridad que debía buscar su futuro lejos del provinciano estado de Washington y se trasladó a Nueva York.

En la Gran Manzana trabajó como dependiente en un almacén de porcelana china y al mismo tiempo realizó un máster en la Universidad de Nueva York. En el verano de 1935 Yamasaki ofreció sus servicios en la prestigiosa firma Githens and Keally, que pugnaba por hacerse con el diseño del nuevo capitolio del estado de Oregón. Ganaron el concurso y dieron una oportunidad al arquitecto de Seattle, que éste no desaprovechó. En los dos años que trabajó para el estudio de arquitectura Githens and Keally, empezó a labrarse una reputación entre los mejores profesionales del país.

El sereno pero activo Yamasaki se implicó en temas públicos durante un período prebélico en que Japón llevaba a cabo una política de expansión militar. De acuerdo con su ideología demócrata liberal, Minoru participó en varios asuntos relacionados con la comunidad japonesa en Estados Unidos. Pese a ello, su imagen profesional no se resintió y durante seis años trabajó como diseñador y delineante en la firma Shreve, Lamb & Harmon, los arquitectos del Empire State Building. En Nueva York conoció a Teruko Hirashiki, con quien contrajo matrimonio en 1941.

Primeros proyectos profesionales

En 1945 Yamasaki aceptó una oferta de Smith, Hinchman & Grylls y se mudó con su familia a Michigan. Durante cuatro años dirigió al equipo de diseñadores que la compañía tenía en Detroit, hasta que en 1949 decidió fundar su propia firma junto a los arquitectos George Hellmuth y Joseph Leinweber. Desde las oficinas de Detroit y Saint Louis, Yamasaki al fin pudo plasmar todas sus ideas. Según los expertos, sus edificios eran delicados como obras de orfebrería y transmitían una sensación de serenidad y placer poco habituales, como la terminal del aeropuerto de Saint Louis.

Su fama traspasó fronteras y aceptó demasiados proyectos, hecho que en 1954 le produjo una úlcera que le obligó a descansar durante un tiempo y a replantearse su carrera. Según afirmó el propio arquitecto años más tarde, «después de acabar el aeropuerto de Saint Louis, con la úlcera, me di cuenta de que es peligroso involucrarse en demasiadas cosas al mismo tiempo cuando el único objetivo de cualquier arquitecto debe ser conseguir la belleza».

Una vez restablecido de su enfermedad, Yamasaki desestimó grandes proyectos y se centró en otros de menor envergadura. Las oficinas del consulado general de Estados Unidos en Kobe (Japón) y el McGregor Memorial Center de la Universidad Wayne, en Detroit, le supusieron el reconocimiento de la crítica mediante sendos premios. Ávido de nuevas experiencias, el premiado arquitecto viajó por Europa y Asia, donde le impresionaron el arte gótico y la arquitectura india, en especial el Taj Mahal. En el pabellón de Estados Unidos que construyó para la Exposición Universal de Seattle de 1962, Yamasaki intentó recrear un diseño que recuerda al de San Marcos de Venecia.

Minoru vivió entonces una época de problemas personales que empezaron con el divorcio de Teruko en 1961. Poco después se casó con Peggy Watty, pero su segundo matrimonio duró solamente dos años. Una tercera relación con una mujer japonesa tampoco duró demasiado tiempo, y finalmente volvió a casarse con su primera esposa en 1969.

La construcción del World Trade Center

En la segunda mitad de los años sesenta, Minoru Yamasaki y Emery Roth recibieron el encargo de construir el World Trade Center, proyecto que formaba parte de una ambiciosa operación urbanística de revitalización de la zona portuaria de Manhattan, abandonada desde la crisis de la década de los treinta. La iniciativa fue considerada excesiva e inmediatamente surgieron los opositores. La polémica propuesta arquitectónica del autor de los rascacielos fue criticada por varios expertos, que calificaron el proyecto como «un montón de bloques de Lego», pero nada impidió que en agosto de 1966 comenzaran las obras.


El World Trade Center de Nueva York

Inauguradas en 1973, las torres constituían una de las imágenes emblema de Manhattan, puesto que no sólo se trataba de los edificios más altos -411 metros- de la ciudad sino de un centro neurálgico del comercio internacional, toda una proeza de la ingeniería y una de las zonas inmobiliarias más caras del mundo. A las oficinas comerciales se sumaban dependencias gubernamentales, bancos, hoteles, una imprenta, varios restaurantes, un centro médico y hasta una comisaría de policía.

En las primeras plantas se exhibían obras de artistas como Joan Miró, Alexander Calder y Fritz Koenig, y una de las torres poseía una plataforma de observación en el piso 107, que brindaba una vista única de la ciudad y la transformaba en un importante centro turístico. En 2000, alrededor de dos millones de personas subieron a la plataforma, convirtiéndola en la cuarta atracción turística de la ciudad, después del Metropolitan Museum, la Estatua de la Libertad y el Empire State. Erigidas como un símbolo del poder financiero de Nueva York y diseñadas para soportar incendios, vientos huracanados e incluso para resistir al impacto de un Boeing 707, el 11 de septiembre de 2001 se derrumbaron después de que dos aviones secuestrados se estrellaran contra ellas a primeras horas de la mañana.

Yamasaki cobró fama internacional y durante los años siguientes diseñó otras obras maestras, como el espectacular templo Shiga de Kioto. Enfermo, no llegó a ver terminados algunos de sus proyectos, entre los que se incluía la madrileña Torre Picasso. Falleció el 7 de febrero de 1986, pero dejó tras de sí un importante legado arquitectónico.

Ahmed Zaki Yamani

(La Meca, 1930) Abogado y político saudí. Cursó estudios en las universidades de El Cairo, Nueva York y Harvard. Trabajaba como abogado profesional cuando el príncipe Faisal (más tarde rey), le convirtió en asesor legal del Consejo de Ministros saudí, cargo que ocupó de 1958 a 1960.

Más tarde, en 1962, fue nombrado por el rey ministro de Petróleo y Recursos Minerales. Ocupó también el cargo de ministro de Estado (1960-1962), fue presidente de la Arabian American Oil Company, y, de 1968-1969, ocupó el cargo de secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), pasando a ser presidente de la misma en 1974-1975.

La seguridad en sí mismo, su talento para la estrategia y las negociaciones, hicieron que pronto gozara de una gran influencia, que aumentó con el gran ascenso de los precios del petróleo en los años 1973-1974, y que convirtieron a Arabia Saudí, con el 30% de las reservas mundiales petrolíferas, en una superpotencia económica. Aprovechó esta influencia para encabezar las exigencias, por parte de los Gobiernos de la OPEP, de obtener una participación en las concesiones de las grandes compañías petroleras, logrando que Arabia Saudí se hiciera con el control absoluto en 1977.

A la muerte del rey Faisal, la relación de Yamani con el rey Fahd no fue tan estrecha, aunque el nuevo rey siguió confiando en la experiencia de Yamani. Defensor de una política moderada, se opuso a la línea dura de la OPEP durante la guerra de Irán e Irak, y a la recesión del petróleo en los años ochenta. En 1986 fue destituido por el rey Fahd.

En 1990 fundó en Londres el Centro de Investigaciones en Energía Global. Desde entonces ha intervenido en diversos foros y congresos sobre energía, como experto en petróleo.

Riken Yamamoto

Arquitecto japonés, nacido en 1945 en Yokohama. Pertenece a la segunda generación de arquitectos japoneses del siglo XX, en la cual se inscriben también Ando Tadao, Toyo Ito o Kiko Mozuna, que continuó los pasos de la compuesta por Arata Isozaki y Fumihiro Maki, entre otros.

Riken Yamamoto cursó sus estudios en la Universidad de Tokio, en la que se graduó en 1971. Dos años más tarde fundó su propio estudio.

Su obra se ciñe prácticamente a construcciones de viviendas residenciales (normalmente de pequeño tamaño), caracterizadas por su transparencia y ligereza, además de sus grandes áticos que aportan mayor fluidez en los espacios (interior-exterior). Destacan entre su producción sus excéntricas construcciones para los tejados, en los que consigue exageradas dimensiones gracias a estructuras ligeras.

En toda su obra se percibe la tradición "shoji" de puertas corredizas, que él reinterpreta con otros elementos, como paneles de chapa perforada. Sus principales proyectos son Rotunda Building (Yokohama, 1981); Hamlet Building (Tokio, Shibuya-Ku, 1988), pequeñas construcciones en acero cubiertas con tejados de lona; y los apartamentos Ryukoentoshi (Yokohama, 1992), que se hallan unidos mediante una red infinita de escaleras de acero exteriores.

Isoroku Yamamoto

(Nagoaka, Japón, 1884 - Islas Salomón, 1934) Almirante japonés. Fue el organizador del ataque sorpresa a la base naval de la Marina Estadounidense en Pearl Harbour el 7 de diciembre de 1941.

Era el sexto hijo de un profesor, Sadakichi Takano, miembro de una antigua familia de samurais. Realizó sus estudios secundarios en la Escuela de Nagaoka. Se graduó en la Academia Naval Japonesa en 1904 y sirvió en la Guerra Ruso-japonesa, a bordo del barco "Nisshin", con el grado de guardiamarina. Fue herido por un cascote de una granada durante la batalla de Tsushina, lo que le costó la pérdida de dos dedos.


Isoroku Yamamoto

En 1906 murieron sus padres, y fue adoptado por la familia Yamamoto, de la que tomó el apellido. Se graduó en el Colegio Naval de Guerra en 1916. Fue destinado en 1919 a Estados Unidos como asistente del agregado militar de la embajada japonesa en Washington. En 1920 viajó a Inglaterra como miembro de la delegación japonesa que asistió a la Conferencia de Londres de Desarme.

En 1922 se matriculó en la Universidad de Harvard para completar su formación. A su regreso a Japón se convirtió en oficial ejecutivo de la Base Aérea Naval de Kasumigaura e instructor del Colegio Naval de Oficiales. Regresó a la embajada en Estados Unidos en diciembre de 1925 como agregado Naval, donde se distinguió como un gran diplomático. Fue en este período cuando se dio cuenta de que, en caso de guerra con los Estados Unidos, se debía de asestar un golpe por sorpresa a la flota americana en Pearl Harbour.

A su vuelta a Japón en 1927 recibió el mando del portaviones "Akagi"; poco tiempo después fue puesto al frente de la oficina de la Aviación Naval en el Cuartel General del Ejército. En octubre de 1933 se convirtió en el comandante de la 1ª División Aerotransportada. Le siguieron varios destinos en el Estado Mayor del ejército, período que aprovechó para realizar numerosos viajes a países de Europa y América, con el fin de conocer el funcionamiento de sus respectivas marinas.

Destacó el viaje que efectuó a Inglaterra en 1934 como representante del emperador de Japón en las negociaciones destinadas a la firma de un acuerdo sobre la reducción de armamento. Fue nombrado en diciembre de 1935 viceprimer ministro de la Marina Japonesa y ascendido a la categoría de vicealmirante. Desde su cargo trató de oponerse a la firma de un pacto militar entre Japón y Alemania. En 1940 era ascendido a comandante de la 1ª Flota, y en agosto de 1941 era el máximo responsable de la Flota Combinada Japonesa.

Yamamoto era contrario a la guerra contra los Estados Unidos, pues pensaba que era un poderoso rival que acabaría derrotando a Japón si la confrontación se prolongaba más de un año. Una vez decidido el comienzo de la guerra se opuso al plan original del Estado Mayor, que preveía afianzar las posiciones japonesas en el Sudeste Asiático y prepararse para luchar en alta mar con la flota estadounidense, estrategia que había tenido un gran éxito durante la Guerra Ruso-japonesa. Yamamoto consiguió convencer a sus superiores para que abandonasen esta idea y aprobasen el 3 de noviembre un ataque por sorpresa a las fuerzas estadounidenses del Pacífico ancladas en Pearl Harbour.

El ataque del 7 de diciembre fue un éxito, pero la ausencia de la base de los portaviones estadounidenses en el momento del ataque redujo un tanto los resultados. Los seis meses siguientes sirvieron para que las tropas japonesas ocuparan el sureste asiático y la mayoría de las islas del Pacífico. Yamamoto ordenó el ataque al islote de Midway con la intención de enfrentarse con las restantes fuerzas estadounidenses del Pacífico. La batalla acabó con la derrota de los japoneses y Yamamoto se vio obligado a ordenar la retirada.

El 13 de abril de 1943, las tropas americanas, que había descifrado los códigos japoneses de comunicación, interceptaron un mensaje del ejército japonés, en el que se informaba de la llegada en avión del almirante Yamamoto a algunas bases japonesas de las Islas Salomón. La aviación estadounidense preparó una emboscada y el 18 de abril consiguió derribar sobre la isla de Bougainville al avión que transportaba al almirante Yamamoto.

Sus restos fueron recuperados en el interior de la selva y fue repatriado a Tokio, donde se celebraron funerales de Estado en su honor. El mismo día de su muerte recibió el grado de almirante. Fue enterrado en su ciudad natal de Nagaoka, junto a la tumba de su padre.

Seyyed Yamal Zadeh

(Seyyed Mohammad Ali Yamal Zadeh; Isfahan, 1894) Escritor iraní. Considerado como el creador de la prosa literaria moderna de Irán por la lengua viva y familiar de su colección de narraciones Érase una vez (1921), se autoexilió y estuvo censurado hasta 1942. Desde entonces ha publicado numerosas obras (La casa de los locos, 1942; Sal manchada, 1955 y El protector de la cancillería, 1966), en las que describe principalmente los abusos a que se ve sometido el pueblo por parte del clero y del poder despótico.

Aritomo Yamagata

(Hagi, 1838 - Odawara, 1922) Estadista y militar japonés. Destacó por su apoyo al restablecimiento del poder del emperador y por la reorganización y modernización del ejército. Fue el primer Primer Ministro del Japón tras la creación en 1889 del régimen parlamentario japonés.

Era hijo de un samurái de la clase inferior del clan guerrero de Chosu. Este territorio feudal, Chosu, se distinguió desde el siglo XVII por enfrentarse contra los diversos gobiernos militares que se sucedieron en Japón hasta la revolución del emperador Meijí en 1868. Su educación se inició hacia 1858 en una escuela privada llamada Shoda-Shonyuku, dirigida por el ideólogo nacionalista Shoin Yoshida. Su formación nacionalista le llevó al alistamiento dentro del movimiento proimperial de características xenófobas que insistía en la divinización del emperador y en la expulsión de los extranjeros.


Aritomo Yamagata

En 1863 fue elegido comandante en jefe de la organización paramilitar más prestigiosa de Japón, el Kiheitai. Esta milicia había sido fundada por los miembros del movimiento revolucionario nacido en Chosu. La acción de esta milicia hizo que las potencias occidentales bombardeasen la ciudad de Shimonoseki en 1864; tal acción covenció a Yamagata de la necesidad de modernizar Japón para así evitar ser subyugado por las potencias occidentales. En 1867-1868 tomó parte activa en el enfrentamiento de los sogunes, señores territoriales, con el emperador. En este conflicto, conocido como la guerra civil de Chosi, Yamagata estuvo al mando de las tropas imperiales de la provincia de Echigo.

Tras el final de la campaña, el gobierno imperial lo envió a Europa a estudiar las diversas organizaciones militares existentes. A su vuelta aconsejó la adopción del modelo militar prusiano, vencedora Prusia frente a Francia, y el establecimiento del sistema militar obligatorio, cosa que se hizo creando la Fuerza Imperial o Goshimpei, más tarde denominada Guardía Imperial o Konoe. Tras este viaje se vio impulsado en su carrera político-militar.

Así, en 1870 fue nombrado viceministro de la Guerra; en 1872 ascendió al grado de teniente general; finalmente, en 1873, fue nombrado ministro de la Guerra. En la sublevación señorial de Satsuma en 1877 fue nombrado jefe de Estado Mayor del ejército imperial. En 1885 recibió su primer título nobiliario, equivalente al de conde en Europa. En ese mismo año 1885, se le nombró ministro de Asuntos Exteriores. Nuevamente realizó un viaje al extranjero, por Europa y los Estados Unidos entre 1888 y 1889, para estudiar las formas de organización política existentes. A su vuelta al Japón, instauró el sistema parlamentario y se le nombró en 1890 Primer Ministro, puesto que ocupó hasta 1891. Fue el primer japonés en asumir tal cargo.

En este puesto propuso sus aspiraciones nacionales al primer parlamento japonés: el dominio de parte de Asia. Con el conflicto bélico que enfrentó a Japón con China entre 1894 y 1895, mandó el primer cuerpo de ejército japonés con el centro de operaciones en Corea y con él logró la decisiva victoria en la batalla de Pingyang. Sin embargo cayó enfermo y hubo de volver al Japón.

Por la presión diplomática de rusos, franceses y alemanes, Yamagata hubo de firmar un tratado de repartición de Corea. Tras este conflicto nuevamente fue nombrado Primer Ministro en 1898, cargó que ocupó hasta octubre de 1900. El nuevo gobierno tenía un marcado carácter militar, con mas de la mitad de sus miembros pertenecientes al ejército o la marina y que le auxiliaron en su actitud expansionista sobre Asia. Dicho gobierno hubo de enfrentarse a la crisis de la sublevación de los Boxers en China. Japón, a requerimiento británico, envió la expedición más numerosa de cuantos países participaron. Ello supuso una gran carga económica que provocó una crisis y forzó la dimisión del gobierno.

En 1904 se le nombró jefe del Estado Mayor Central. En 1905 fue nombrado presidente del Consejo Privado del Emperador y finalmente en 1907 se le otorgó el título de Príncipe del Imperio. Desde 1909 actuó con un poder casi absoluto, respaldado tanto por el poder de los militares como por el de la burocracia imperial, oponiéndose a la creación de un gobierno convencional. Durante la Revolución China, en 1911, ayudó a la dinastía imperial china frente a los republicanos.

Igualmente, en el marco de la política exterior, antes del inicio de la Primera Guerra Mundial realizó gestiones para que el acuerdo firmado con Rusia se convirtiese en un pacto militar. Pese a la modernización y avance que el Japón protagonizó con su influencia, Yamagata cayó en desgracia cuando, en 1921, interfirió en el matrimonio del heredero imperial, Hirohito, hecho por el emperador le recriminó públicamente.

Rosalyn Sussman Yalow

(Nueva York, 1924) Física estadounidense. Tras conseguir su doctorado en Ciencias Físicas en 1949, trabajó con el profesor Solomon Berson. Sus investigaciones sobre física nuclear le permitieron entrar en el Servicio de Medicina Nuclear del Hospital de Veteranos del Bronx; se convirtió en jefa de dicho servicio en el año 1970.


Rosalyn Sussman Yalow

En 1977 le fue concedido el premio Nobel de Medicina (que compartió con R. Guillemin y A. V. Schally) por sus investigaciones relacionadas con las hormonas peptídicas y por sus avances en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades de la tiroides, diabetes, anomalías de crecimiento, tensión alta y esterilidad.

En colaboración con el médico S. Berson (quien murió cinco años antes de la entrega del premio) desarrolló la técnica de ensayo radioinmunológico, que permite medir cantidades muy pequeñas de sustancias biológicas en los líquidos corporales, empleando un producto marcado radiactivamente. Fue la tercera mujer estadounidense en obtener un premio Nobel.

Elihu Yale

(Boston, 1649 - 1721) Alto funcionario y hombre de negocios de la Corona Británica, en la familia de un colono norteamericano que regresó a Inglaterra en 1651; por ello, a pesar de su cuna americana, Yale siguió sus estudios en Londres y, más tarde, completó su formación como hombre de negocios en la India. En este país, se hizo con una gran fortuna que, más tarde, pudo incrementar desde Inglaterra al estar al frente de la Compañía de las Indias Orientales.

En 1714, comenzó a apoyar con dinero y libros a la Collegiate School de Saybrook, Connecticut; como la generosidad de sus donativos fue en aumento, tras el traslado de esta institución a New Haven, entre 1716 y 1717, ésta recibió el nombre de su gran valedor, para llamarse primero Yale College y, más tarde, Yale University.

Yalal al-Din Rumi

(Balj, Jurasan, 1210-Konya, en el país de Rum, 1273) Poeta místico del islam. De estirpe real, tuvo que alejarse de Balj debido a los celos del sultán. Se instaló en Konya, donde fue discípulo de los principales sufíes y fundó la orden de los derviches mawlawíes (danzantes) o torneros. Al establecer la regla de su orden, dio amplio margen al canto, a la música y a la danza para provocar el entusiasmo místico. Además de una colección lírica, su gran obra es el Matnawi (Dísticos), vasto poema en persa que, con anécdotas y noticias, expone detalladamente la doctrina del sufismo. Es considerado una de las principales figuras de la literatura turca, donde es conocido con el nombre de Meviana Celaleddin Rumi

Aleksandr Yakovlev

(Koroliovo, 1923) Político soviético. Estudió en la universidad estadounidense de Columbia. En el periodo 1966-1973, intervino en la dirección de la revista Komunist, del PCUS. Fue embajador en Canadá de 1973 a 1983 y, tras la muerte de Leonid Brezhnef, ocupó el cargo de director del Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales de la Academia de Ciencias de la URSS. Considerado el padre intelectual de la Perestroika, fue nombrado secretario del Comité Central en el XXVII Congreso del PCUS (1986) y miembro del Politburó del PCUS desde 1987. En el XXVIII Congreso (1990) dimitió de todos sus cargos.

viernes, 9 de abril de 2010

Leonid Yakobson

(Leonid Veniamínovich Yakobson; San Petersburgo, 1904-Leningrado, 1975) Coreógrafo soviético. Formado en la Escuela de Danza del Kírov (1923-1926), se dedicó a la coreografía y, en 1933, produjo su primera obra importante, Till Eulenspiegel. Desde entonces, y bajo la influencia de las libres ideas de la Duncan y de los conceptos de M. Fokine, compuso numerosas obras para el ballet del Kírov (entre otros, los ballets Schuraleh, 1950 y Rodin, 1965) y para el teatro Malyi de Leningrado (Solveig, 1952). Destacado compositor de piezas para un acto, compuso una parte de la coreografía de la película soviético-estadounidense El pájaro azul, de G. Cukor (1976).

Yakhdun-Lim

(1815-1799 a.C.) Rey de Mari (actual Tell Hariri, en Siria), hijo de Yaggid-Lim y padre de Zimri-Lim (aunque actualmente esta paternidad se cuestiona). Al parecer, Yakhdun-Lim ocupó el trono de Mari tras desplazar del mismo a su propio hermano Sumu-Khamam, partiendo desde Terqa o desde Suprum. Por algunas inscripciones monumentales, por los nombres de datación de sus años de reinado y por textos administrativos se pueden conocer los principales hechos de su actuación política y militar.


Disco inscrito de Yakhdun-Lim, rey de Mari

En el interior impuso un dominio sobre los khaneos —a siete de cuyos reyes venció—, lo que le permitió pacificar buena parte de sus territorios. Asimismo, combatió victoriosamente contra los nómadas jaminitas. Luego construyó canales para el regadío de sus territorios, reparó las orillas del Éufrates dañadas por las crecidas anuales y construyó murallas para proteger sobre todo Mari, la capital política, y Terqa, la capital espiritual. También fundó una ciudad, en un lugar desértico, a la que dio su propio nombre (Dur-Yakhdun-Lim) y dotó incluso de un canal.

Su influencia llegó a puntos distantes; alcanzó incluso el Mar Mediterráneo, adonde acudió en una ocasión (lo que le sirvió para obtener gran cantidad de maderas del País de los Cedros y del Boj). A su vuelta pudo abortar una sublevación de reyezuelos vasallos del Éufrates (La'um, rey de Samanum, Bakhlu-Kulim, rey de Tuttul, y Ayalum, rey de Abattum), dirigidos por el rey de Yamkhad (Alepo) Sumu'epukh, el verdadero controlador de los bosques de la costa. Tras derrotarlos y quemar varias de sus ciudades, llegó incluso a deportar a parte de sus habitantes.

Asimismo, derrotó al rey Ka-Suri-Khala, de la ciudad de Khaman; hubo de luchar también contra el asirio Shamshi-Adad I en zonas de la Alta Mesopotamia —sobre la cual se extendía la influencia tanto de Assur como de Mari—, a quien derrotó en Nagar, ciudad ubicada a orillas del Khabur. Se ignoran los hechos del final de su reinado, si bien se sabe que fue cuestionado por algunos reyezuelos vasallos.

El trono de Mari, tras el asesinato de Yakhdun-Lim por algún componente de la familia de Shamshi-Adad I de Asiria, pasó a manos de su hermano Sumu-Khamam o Sumu-Yamam (algunos especialistas lo consideran su hijo e incluso el asesino de Yakhdun-Lim), quien al cabo de tres años fue asesinado por sus servidores. El heredero legítimo Zimri-Lim se había visto obligado a refugiarse en Alepo, dejando Mari en manos de Iasmakh-Adad, un hijo de Shamshi-Adad I.

Yakhdun-Lim levantó en Mari un magnífico templo que dedicó a Shamash y al que dio el nombre de E-Kirzala-An-An-Ki 'templo del esplendor del cielo y de la tierra', del cual nos ha llegado la inscripción de fundación. Yakhdun-Lim fue enterrado en Terqa

Yahya II ibn Idris

(Hacia 1020 - 1042) Rey de la taifa de Málaga. Su corto califato, que duró sólo cuatro meses, se vio marcado por los ataques de su primo Hassan ibn Yahya que, invocando el testamento de Idris I ibn Alí, denunció la ilegitimidad de su coronación y logró destronarlo.

De origen beréber, Yahya II perteneció a la tribu de los hammudíes, con ascendencia árabe y fue hijo de Idris I ibn Alí, que había gobernado como califa de Málaga entre 1035 y 1039. Tuvo al menos tres hermanos, cuyos nombres eran Alí, Muhammad y Hassan.

El mismo día de la muerte de su padre (el 8 de octubre de 1039) Yahya fue proclamado califa en Málaga por el principal ministro de su padre, el beréber Ibn Baqanna; adoptó el título califático de al-Qaim bi-amr Illah y la kunya de Abu Zakkariyya. Con la proclamación de Yahya, se vulneró el testamento político de Idris, que había aceptado como una de las condiciones para acceder al trono de Málaga el nombrar como heredero a su sobrino Hassan ibn Yahya, que en el momento del óbito de Idris se encontraba gobernando la plaza de Ceuta, tutelado por el eslavo Nachá, enemigo personal de Ibn Baqanna.

La proclamación de Idris no fue bien recibida en Ceuta y Nachá se apresuró a denunciar su ilegitimidad y a proclamar califa en Ceuta a Hassan, que fue jurado por los ceutíes y los habitantes del resto de las plazas africanas. Nachá organizó una flota para atravesar el Estrecho, tomar Málaga y hacer valer los derechos de Hassan.

Yahya asistió inactivo al cerco de la ciudad, sin atreverse a salir de ella, hasta que la situación se volvió insostenible y se avino a parlamentar con los sitiadores a finales de febrero o principios de marzo de 1040. Abdicó en favor de al-Hassan con la condición de que se respetara su vida y la de sus partidarios.

Después de su abdicación las crónicas dejaron de mencionarlo, excepto para indicar que murió envenenado por orden de al-Hassan, que aún veía con recelo su influencia entre los sectores beréberes de la corte.

Yahya Ibn Omar al-Lamtuni

Dirigente y líder político (1042-1056) del movimiento religioso-político de los almorávides, fundado por Yahya Ibn Ibrahim y Abd Allah Ibn Yasin. A la muerte del primero, fue puesto al frente del movimiento por orden expresa de Ibn Yasin, jefe espiritual del mismo y auténtico propulsor de la naciente dinastía de los almorávides, que reinaría en el actual Marruecos y gran parte de la península Ibérica hasta el año 1130.

Conocido por su devoción, celo guerrero y ascetismo, Yahya Ibn Omar trabajó en armonía junto con Ibn Yasin para sacar al movimiento almorávide del reducto localista y de los ribat (especie de eremitorios musulmanes fortificados). Investido con el sobrenombre de amir al-haqq ('príncipe de la verdad'), Yahya Ibn Omar siguió las órdenes de Ibn Yasin, que a la postre era el emir que sancionaba y negaba, y se apoderó en 1054 de los territorios meridionales del valle del Draa y de la floreciente ciudad de Sijilmassa.

Confiado en sus posibilidades, Yahya Ibn Omar empujó sus conquistas hacia los territorios del norte, lo que causó gran consternación en todo el Magreb, el cual se encontraba asolado por guerras y enemistades. A lo largo de su victorioso avance, las fuerzas almorávides se hicieron con una gran cantidad de botín que distribuir entre sus seguidores.

A la muerte de Yahya Ibn Omar en 1056, su hermano Abu Baker Ibn Omar fue ascendido al liderato político por deseo expreso de Ibn Yasin, quien obligó a todas las tribus beréberes a jurarle la debida fidelidad.

Yahya Ibn Ibrahim

(? - 1042) Primer líder almorávide perteneciente a la tribu beréber de los sanhaya, emparentada con los tuaregs, ubicada en la parte más meridional del actual Marruecos. Los almorávides formaban una especie de confederación de tribus y una cofradía religiosa, cuya doctrina no era muy original y mucho menos ortodoxa.

En el año 1035, algunos jefes de la tribu de los lamtuna, rama de los sanhaya, liderados por Yahya Ibn Ibrahim, realizaron la obligada peregrinación a La Meca. A su regreso, el grupo pasó por Qairaouan, importante centro cultural y religioso del Magreb, donde trabaron conocimiento con las enseñanzas ortodoxas del Islam. Reconociendo la ignorancia de su tribu en lo concerniente a las auténticas prácticas religiosas, Yahya Ibn Ibrahim hizo amistad con Abu Imran al-Fasi, distinguido jurista, al que convenció para que le recomendara un erudito religioso que les acompañara al desierto y poder adoctrinar a su pueblo en las verdades del Islam.

Abu Imran les recomendó a uno de sus mejores discípulos, Abd Allah Ibn Yasin, quien a la postre se convertiría en el fundador del movimiento religioso-político de los almorávides, que reinó en el Magreb y buena parte de al-Andalus en los siglos XI-XII. Abd Allah Ibn Yasin se convirtió en la fuerza propulsora de un nuevo celo religioso, al frente del cual, en el aspecto político y militar, se puso Yahya Ibn Ibrahim.

De vuelta al desierto, Ibn Yasin e Ibn Ibrahim dedicaron todo su empeño a la enseñanza y predicaciones del Islam, con un éxito bastante limitado en un primer momento, puesto que sólo pudieron reunir un pequeño, aunque entusiasta, grupo de seguidores con los que ambos líderes se retiraron a un ribat, ubicado en el curso inferior del río Senegal, cerca del actual cabo de Agua.

El grupo se consagró con gran fervor a prácticas religiosas y a las enseñanzas del Corán sin apenas salir más allá de los límites territoriales del ribat, viviendo como auténticos al-murabitum (morabitos, término de donde proviene el nombre de almorávides castellanizado). Poco a poco, el grupo aumentó hasta alcanzar unos 2.000 seguidores, a los que Ibn Yasin inculcó el sentido de la guerra santa.

Tras llevar a cabo el sometimiento total de su tribu, los lamtunas, los cuales veían con bastante recelo las prácticas tan ascéticas predicadas por los almorávides, Yahya Ibn Ibrahim falleció en el año 1042, tras de lo cual Ibn Yasin, auténtico líder del movimiento, nombró sucesor a Yahya Ibn Omar, al que puso al frente del brazo político-militar de los almorávides.

Yahya Ibn Ghaniya

Dirigente almorávide, emparentado con el primer emir de la dinastía Yusuf Ibn Tashfin. Nació en Córdoba, en fecha desconocida, y murió en Granada, en el mes de diciembre del año 1149. Actuó como último gobernador almorávide de al-Andalus, con poder sobre Córdoba, tras su peripecia taifal en Murcia y Valencia, y sobre Sevilla, hasta que fue finalmente desplazado por los almohades.

Poseedor de una excelente formación intelectual y militar, en el año 1126 fue nombrado por el emir almorávide Ali Ibn Yusuf gobernador de al-Andalus. Ese mismo año, Yahya encargó a su hermano Muhammad Ibn Ali Ghaniya el gobierno de las Baleares, donde éste se mantuvo en la taifa hasta su muerte, acaecida en el año 1156, siendo su estirpe continuada hasta que los almohades tomaron las islas en el año 1203.

A pesar de su gran valía, Yahya Ibn Ghaniya no pudo evitar el desmoronamiento del poder almorávide en la península Ibérica. El descontento en al-Andalus para con los dirigentes almorávides cundió en todos los sectores de la sociedad y ganó en intensidad ante los renovados ataques de los monarcas cristianos (Alfonso VII de Castilla-León y Alfonso I de Aragón).

En el año 1144, Yahya Ibn Ghaniya abandonó Murcia y Valencia para ser trasladado a Sevilla por orden del emir Tashfin Ibn Ali, dejando en Levante a su sobrino Abd Allah, que escapó precipitadamente a Játiva cuando los valencianos, siguiendo el ejemplo generalizado, se alzaron en armas contra los almorávides.

Al año siguiente, una serie de revueltas y sediciones encadenadas sacudieron todo al-Andalus, afectando a zonas tan importantes como el Algarve, Niebla, Santarem, Jerez de la Frontera, Cádiz y Badajoz, resultando algunas de ellas en el establecimiento de varias ciudades-estado que desembocaron en el segundo período de taifas en la Península. Yahya Ibn Ghaniya a duras penas logró resistir en Córdoba hasta su muerte, en el año 1049, desaparición que también arrastró a la propia dinastía almorávide.

Yahya ibn Alí ibn Hammud

(Hacia 990 -Sevilla, 1035) Califa de Córdoba y rey de la taifa de Málaga. Ocupó el trono cordobés y tras perderlo se erigió independiente en el territorio de Málaga, donde también se proclamó califa, dando lugar al partido hammudí, africano o beréber, que en los años posteriores se enfrentó a la coalición andalusí encabezada por Sevilla.

Hijo de Alí ibn Hammud y de Labbuna, que era hija de Muhammad al-Arizal, era de origen beréber y con ascendencia árabe. Tuvo un hermano, Idris, y una hermana cuyo nombre se desconoce y que casó con Muhammad, hijo de al-Qasim. En 1016 Alí ibn Hammud devino califa de Córdoba y señor de Málaga y entregó a su hijo Yahya el gobierno de Ceuta, que él mismo había detentado.

Antes de 1018, Yahya fue designado heredero del califato, pero a la muerte de Alí en 1018, su tío al-Qasim, hermano de Alí, se apresuró a viajar de Sevilla a Córdoba para ser proclamado califa, vulnerando así la herencia de Yahya. No obstante le nombró su heredero y le entregó a su hija Fátima como esposa; de ella tuvo dos hijos: Hassan e Idris.

En principio Yahya no se enfrentó a su tío y prefirió asegurarse el gobierno de Málaga y de las plazas africanas, trasladándose de Ceuta a la capital andaluza y nombrando su lugarteniente en Marruecos a su hermano y hombre de confianza Idris, esperando ambos la ocasión propicia para derrocar a al-Qasim. Si en un principio la conspiración de Yahya contra su tío mantuvo un carácter secreto, poco a poco se fueron conociendo sus intenciones y fue ganando adeptos entre los beréberes de la corte cordobesa.

Entre junio y julio de 1021, creyéndose suficientemente fuerte, se sublevó en Málaga contra al-Qasim y tomó el camino de Córdoba. Al-Qasim, que se sintió desamparado por sus súbditos, abandonó la capital califal y se estableció en Sevilla, dejando libre la entrada a Córdoba a Yahya; éste fue proclamado califa el 13 de agosto de 1021 por los dos partidos, andalusíes y beréberes, adoptando el título de al-Mutali bi-llah y las kunyas de Abu Zakariyya y Abu Muhammad. Mientras tanto al-Qasim había sido jurado como califa en Sevilla, lo que dio lugar a la existencia de dos califas simultáneos en ambas capitales andaluzas.

Yahya designó como secretario de su cancillería a Abu-l-Abbas Ahmad ibn Burd y nombró visires a Muhammad ibn al-Faradi y a Abu Bakr ibn Dakwan. Convirtió su corte en una constante reunión de literatos y hombres de ciencia y fue dadivoso con todos aquellos que se acercaron a él, especialmente con los poetas que le dedicaron grandes alabanzas. Esta actitud hizo que los mismos beréberes que lo habían entronizado lo derrocaran violentamente el 7 de febrero de 1023 y nombraran de nuevo califa a al-Qasim, que viajó desde Sevilla para recibir el juramento de los cordobeses.

Yahya se estableció en Málaga y su feudo ocupaba casi toda la parte meridional de la Península, desde Málaga hasta Jerez, con unas rentas abundantes y saneadas. En diciembre de 1023 fue derrocado al-Qasim y el califato pasó al omeya Abd al-Rahman al-Mustazhir. Yahya persiguió a su tío al-Qasim y lo capturó en Jerez, donde éste se había refugiado. Lo trasladó a Málaga y lo mantuvo preso en el alcázar, hasta que, muerto Yahya, fue mandado asesinar por su sucesor, Idris.

En 1024 al-Mustazhir fue asesinado y sustituido por Muhammad III, que persiguió a los adeptos del anterior califa, muchos de los cuales pidieron cobijo en Málaga a Yahya. Entre los refugiados se encontraban Ibn Hazm y el poeta Abu Amir ibn Suhayd, que esperaban del hammudí que atacase la capital cordobesa y expulsase a Muhammad. Pero Yahya no marchó hacia Córdoba hasta noviembre de 1025, fecha en que supo que Muhammad había abandonado la ciudad y nadie la gobernaba; entró en Córdoba el 9 de noviembre sin encontrar resistencia y designó gobernador de la ciudad a su visir y secretario Abu Chafar ibn Musa, a quien dejó protegido por un escasa guarnición de beréberes. Regresó a Málaga a principios de marzo de 1026.

Desde entonces Málaga pasó a ser la capital del menguado califato y Córdoba una provincia del imperio hammudí. Esta situación se prolongó hasta 1027, en que los cordobeses entregaron el califato a Hisham III, aunque después de esta fecha los monarcas de Málaga siguieron considerándose califas y ostentaron el título de Emir de los Creyentes, sin lograr que su autoridad fuese reconocida en todo Al-Andalus y opuestos al partido andalusí, encabezado por los Banu Abbad de Sevilla. Aquel fue el momento del nacimiento de la taifa de Málaga.

Para hacer efectivo el reconocimiento nominal que le profesaba el partido beréber, Yahya atacó a su principal enemigo, Abul Qasim Muhammad de Sevilla, tomando la plaza de Carmona y expulsando de allí a su régulo. Estableció una base en Carmona desde la que amenazaba tanto la taifa sevillana como la cordobesa y eso causó la reacción del rey de Sevilla, que se erigió como aglutinante del partido andalusí en oposición al africano y proclamó el regreso de un falso Hisham II (1035), al cual se adhirieron las taifas contrarias a los hammudíes.

A finales de año, encontrándose Yahya en Carmona y tras una tremenda noche de orgía, su campamento fue atacado por Ismail, hijo del régulo sevillano, que acabó capturando y dando muerte a Yahya. Tras su muerte la causa hammudí siguió, representada por su hermano Idris, que obtuvo el reconocimiento de las taifas de Granada y Almería, sin respetar el testamento político de Yahya, que había designado como heredero a su hijo Hassan, muy joven a la muerte de su padre.

Yahya I

(Abu Zakariyya Yahya) Primer emir de Túnez (1229-1249) perteneciente a la Dinastía hafsí, que reinó en la antigua provincia musulmana de Ifriqiya (actual Túnez) hasta el año 1574, cuando la región cayó en manos del Imperio otomano. Era nieto de Abú Hafsí Omar, uno de los compañeros íntimos del prestigioso mahdí Ibn Tumart, padre ideológico y religioso de la dinastía norteafricana de origen beréber de los almohades.

Yahya, nombrado a la sazón desde el año 1207 gobernador de Ifriqiya por el emir almohade Muhammad, aprovechó a la perfección la coyuntura política que le ofrecía el debilitamiento progresivo que atenazaba al Imperio almohade para ir, progresivamente, desligándose de la obediencia a Marrakech (capital de los almohades), aunque, con el fin de evitar la ruptura con la doctrina almohade, en un principio defendió públicamente su pureza para no levantar sospechas mientras hubiera alguna posibilidad de reacción almohade.

Esta situación se mantuvo hasta 1237, cuando durante la oración del viernes en la mezquita principal de Túnez Yahya I se nombró con el título de emir y omitió al emir almohade, comportamiento con el que ratificaba oficialmente algo que ya venía sucediendo de facto desde el año 1229: la desaparición del poder almohade en Ifriqiya y el advenimiento de una nueva dinastía totalmente tunecina, la de los hafsíes, llamada así en honor de su abuelo Abú Hafsí.

En plena desintegración del fabuloso imperio territorial de los almohades, Yahya I ocupó, en el año 1230, las ciudades de Constantina y Bujía, para, al año siguiente, someter la ciudad de Argel y el valle del Sélif. De acuerdo con su política de anexiones territoriales y expansión, en el año 1242 extendió su poder a la ciudad de Tlemcén y sus alrededores, cuyo emir Yarhmurasan Ibn Zayyan también se había desembarazado de la tutela almohade para fundar la dinastía independiente de los abd al-wadíes, en el año 1235.

Con el objeto de recuperar su capital, los soberanos abd al-wadíes no tuvieron ningún inconveniente en pactar con el hafsí un reparto territorial y de influencias al mismo tiempo que reconocían su autoridad y la de la propia dinastía en la antigua región de Ifriqiya. A la par, Yahya I fue atrayéndose hacia su órbita una serie de pequeños estados vasallos, con los que acabó constituyendo un reino beréber a tener en cuenta en el Magreb central.

A su muerte, acaecida en el año 1249, su hijo Muhammad I heredó un reino que se extendía por occidente hasta las ciudades marroquíes de Tánger y Ceuta y hasta las mismísimas estribaciones del desierto del Sáhara por el sur, con una soberanía aceptada por los nazaríes de Granada e incluso por los benimerines marroquíes, otra dinastía beréber norteafricana, como la hafsí y la abd al-wadí, surgida tras el descalabro almohade.

Yahya I favoreció como pocos monarcas norteafricanos los intercambios comerciales con diferentes estados de la cristiandad europea y con las ciudades marítimas y comerciales más importantes del Mediterráneo, para dejar en un segundo plano el aspecto religioso o político a la hora de comerciar. En este sentido, se firmaron tratados y acuerdos comerciales con Provenza, el Languedoc, las repúblicas italianas de Génova, Amalfi y Pisa, con Sicilia, con la Corona de Aragón y un largo etcétera.

La mayor parte de estos países mantenían colonias de mercaderes en los puertos tunecinos más dinámicos. Entre todos ellos destacaba el de Túnez, ciudad que como nueva capital del reino en detrimento de Kairuán experimentó un crecimiento espectacular; no en vano, el puerto de Túnez acogía a los cónsules europeos encargados de proteger los intereses de sus naciones.

Otra muestra del gran sentido político, comercial y cultural que poseía Yahya I fue el aliento y protección que ofreció a numerosos emigrantes musulmanes procedentes de al-Andalus que iban llegando a la región en números elevados, muchos de ellos pertenecientes a la clase media (artesanos, agricultores, joyeros, intelectuales, etc). Expulsados por el ímpetu que venían imprimiendo los monarcas peninsulares a la Reconquista, el estado hafsí los acogía con los brazos abiertos para aprovechar su excelente preparación técnica, sobre todo en cuanto a la agricultura y a la tradición artístico-cultural.

Yahya al-Qadir

(Hacia 1050 - Valencia, 1092) Rey de las taifas de Toledo y Valencia. Hijo de Hisham, Yahya fue nieto de Yahya ibn Ismail al-Ma'mun de Toledo y le sucedió a su muerte en 1075, aunque existen indicios para pensar que Hisham murió unos pocos meses después que al-Ma'mun y Yahya sucedió realmente a su padre, no a su abuelo. Tomó el título de al-Qadir.

Durante unos meses fue su visir Ibn al-Hadidi, de gran importancia durante el reinado de su abuelo, pero al-Qadir lo mandó asesinar el 25 de agosto de 1075; este hecho provocó disensiones internas en Toledo, que se agravaron ante los constantes recortes de territorio que Toledo sufría por parte de las taifas de Sevilla y Zaragoza.

En 1076 al-Muqtadir de Zaragoza se interesó por la conquista del reino de Valencia, cuyo soberano, Abú Bakr Muhammad Abd al-Aziz, reconocía la soberanía de al-Qadir. El régulo zaragozano pagó una suma de dinero a Alfonso VI para que éste le permitiese apoderarse de Valencia y en 1076 al-Muqtadir envió un ejército para la conquista de la ciudad; Abd al-Aziz evitó la entrada del ejército invasor reconociendo la soberanía de al-Muqtadir y sustrayéndose de la obediencia de al-Qadir. No obstante, Abd al-Aziz siguió mencionando a al-Qadir en las monedas valencianas hasta 1084.

Gracias a las alianzas de al-Ma'mun y de Alfonso VI de Castilla, al-Qadir heredó además el dominio de Córdoba, conquistada pocos meses antes de la muerte de al-Ma'mun. Conservó como visir a Hakam ibn Ukasa, señor de un castillo cercano a Córdoba, que había sido el principal artífice de la conquista de la ciudad. En 1078 Abul Qasim Muhammad al-Mu'tamid de Sevilla reconquistó la ciudad, expulsando de ella a al-Qadir y crucificando a Ibn Ukasa. El rey de Sevilla también arrebató territorios a la taifa de Toledo por el este y por el sur.

En 1080 se produjo una revuelta en Toledo que terminó con el gobierno de al-Qadir. Éste huyó y pidió socorro al gobernador de Huete, que le negó su ayuda; finalmente fue acogido por el gobernador de Cuenca. Toledo quedó en manos de al-Mutawakkil de Badajoz, que entró en la ciudad en junio y permaneció en ella diez meses. En este tiempo al-Qadir llevó unas intensas negociaciones con Alfonso VI para que el castellano le ayudase a recuperar Toledo. Al-Mutawakkil abandonó Toledo en abril de 1081 e inmediatamente fue proclamado al-Qadir, que por la ayuda del rey castellano tuvo que entregarle las plazas de Zorita, Cantuarias y Canales.

Se mantuvo cuatro años en el poder, durante los cuales sufrió los ataques de Zaragoza y Sevilla, que le siguieron arrebatando territorios, y se vio acosado por sus súbditos. Consciente de la precariedad de su situación, negoció con Alfonso VI la entrega de Toledo a cambio del reino de Valencia y Alfonso accedió. En otoño de 1084 el rey castellano inició el asedio de Toledo, defendida por cuenta de sus propios habitantes, mientras que al-Qadir permanecía en el alcázar; en mayo de 1085 Alfonso logró la capitulación de la ciudad por medio de un compromiso de respetar vidas y haciendas de los que decidieran quedarse, así como sus mezquitas, promesa esta última que fue incumplida. Alfonso VI entró en Toledo el 25 de mayo de 1085. Al-Qadir, de momento, se retiró a Cuenca.

A principios de junio del mismo año murió Abú Bakr Muhammad Abd al-Aziz y al-Qadir, seguro de obtener una buena acogida en la ciudad y apoyado por Alfonso VI y las milicias de Álvar Fáñez, tomó el camino de Valencia, donde llegó a principios de 1086. Los valencianos, que temían un ataque de Alfonso, unos se inclinaban por ofrecer el poder a al-Muqtadir de Zaragoza y otros a al-Qadir; depusieron a Utman, hijo y sucesor de Abd al-Aziz y proclamaron a al-Qadir en febrero. El nuevo rey nombró visir a Abú Isa ibn Lubbun, un piadoso alfaquí que conservó el poder por poco tiempo, ya que a finales de año se estableció de manera independiente en la fortaleza de Murviedro (Sagunto).

En la primavera de 1086 Ibn Maqur, señor de Játiva, negó el reconocimiento a al-Qadir, apoyándose en Mugdir de Tortosa, Lleida y Denia. Mugdir sitió Valencia aquel año, pero la llegada de los almorávides a la Península y su victoria en octubre en Sagrajas detuvo las hostilidades. En 1087 Mugdir volvió sobre Valencia, esta vez con apoyo catalán. Al-Qadir obtuvo la ayuda de Ahmed al-Mustasin de Zaragoza y la de Alfonso VI, que con el Cid llegó a dominar toda la región, sometiendo a parias a la ciudades, las más cuantiosas de las cuales recayeron sobre Valencia: al-Qadir pagaba al Cid 52.000 dinares, más 5200 para el obispo mozárabe de la ciudad.

De hecho el Cid gobernó sobre Valencia a través del visir Ibn Faray y las cotas de descontento hacia al-Qadir y su sometimiento a los cristianos crecieron entre sus habitantes. En 1092 se alzó con el poder en Valencia Ibn Yusuf al-Qadi, noble de rancia familia valenciana que escribió al caíd almorávide de Murcia ofreciéndole la ciudad, como medio de librarla de la dominación cristiana. Al-Qadir fue asesinado durante la revuelta que dio el poder a al-Qadi.

Yahya al-Muzaffar

(Hacia 1000 - 1036) Rey de la taifa de Zaragoza. Hijo de Mundir I, Yahya fue el segundo soberano de la dinastía tuyibí que había establecido su padre en la Marca Superior de Al-Andalus en el año 1018 y le sucedió a su muerte hacia 1023, con el título honorífico de al-Muzaffar. Casó con una hermana del régulo de Toledo Abu Muhammad Ismail, de quien nacieron Mundir II, que le sucedió, Abdallah y Ahmed.

Poco se conoce sobre el corto reinado de Yahaya. Por las monedas de su época se sabe que tomó el título de hayib y reconoció la soberanía del califa al-Qasim Ibn Hammud (1025), que se encontraba prisionero de su sobrino Yahya en Málaga; al año siguiente reconoció al genérico o califa de Bagdad, Abd Allah; gracias a las crónicas sabemos que también reconoció la soberanía del último califa de Córdoba, Hisham III. Las emisiones monetarias de la época de Yahya finalizan en el año 417 de la Hégira (entre 1026 y 1027) y las de sus sucesor, Mundir II no comienzan hasta 420/1029, probablemente el año en que fue designado heredero.

Gracias a su matrimonio tuvo buenas relaciones con la taifa toledana; también supo mantener la amistad con Sulayman Ibn Hud, que había sido comandante del ejército de Mundir y ejercía la gobernación de Tudela y Lleida y que tras la muerte de Mundir II se hizo con el poder en Zaragoza.

Por la crónica de Ibn Jaldun se conoce la noticia de que Yahya atacó las tierras de Sancho de Navarra para obtener botín y después se enfrentó con sus sucesores García de Pamplona y Ramiro de Aragón, que rechazaron sus ataques. Según el historiador Dozy, Yahya también sostuvo una guerra contra Ermesinda, viuda de Ramón Borrell III.

miércoles, 7 de abril de 2010

Yahya al-Mutasim

(Yahya ibn al-Nasir al-Mutasim; ?, hacia 1210 - Garb, Marruecos, 1236) Califa almohade de Marruecos y Al-Andalus. Su corto califato estuvo siempre amenazado por las tentativas del señor de Al-Andalus de proclamarse califa en Marruecos; después de ser destituido, fue repuesto en el trono durante unos meses en los que su poder fue nulo.

Hijo de al-Nasir, Yahya fue propuesto para suceder al califa almohade Abdallah al-Adil, siendo aún un adolescente en octubre de 1227. Aunque en un principio los jeques de Marruecos se habían reunido para proclamar a Abú-l-Ula Idris, señor de Al-Andalus y hermano del fallecido califa, prevaleció la opinión de los valedores de Yahya, los jeques de Hintata y Tinmallal.

Desde el comienzo de su reinado, en el que tomó el título de al-Mutasim, fue perdiendo apoyos en beneficio de al-Mamoun, que no paró de intrigar para que Yahya fuese depuesto y aclamado él en su lugar. Las tropas califales fueron diezmadas por las de los cada vez más numerosos rebeldes y Yahya se vio obligado a huir de la capital, Marruecos, a las montañas del Atlas y acogerse a la protección del jeque de Hintata.

Las tropas leales marcharon a la capital y lograron expulsar de ella a los autores del complot, cuyo cabecilla era Ibn Yuyyan, restaurando a Yahya en mayo de 1228. Pero durante los meses siguientes Yahya conoció la defección de los gobernadores de Fez, Tremecén, Ceuta y Bugía, lo que animó a al-Mamoun a cruzar el Estrecho para hacerse proclamar califa en Marruecos. Las escasas fuerzas leales al califa fueron aniquiladas en la batalla de Iyilliz (principios de 1229) y Yahya fue trasladado por sus consejeros a las montañas de Hintata, en el Atlas, donde permaneció inactivo durante más de un año.

En febrero de 1230 Yahya hizo un intento de tomar la capital y derrocar a al-Mamoun, pero fue duramente derrotado y obligado de nuevo a esconderse en las montañas. En verano de aquel año al-Mamoun llevó su ejército hasta el Atlas y venció una vez más a los partidarios de Yahya, causando una gran carnicería y haciendo huir a Yahya a Siyilmassa.

Dos años después, mientras al-Mamoun había marchado a reducir a su hermano, Abú Musa, que se había declarado independiente en Ceuta, Yahya se apoderó de la capital marroquí; al conocer la noticia al-Mamoun tomó el camino de Marruecos, pero murió repentinamente; no obstante su ejército, compuesto en gran parte por tropas cristianas, continuó su avance hacia Marruecos, después de haber proclamado en secreto califa a Abd al-Wahid II al-Rasid, hijo del difunto al-Mamoun. Yahya salió al encuentro del ejército enemigo y fue derrotado a finales de octubre y de nuevo huyó de Marruecos antes de la proclamación de al-Rasid (1 de noviembre de 1232).

El año siguiente Yahya recibió la adhesión de Ibn Waqarit, jeque de los Haskura, que se había declarado en rebeldía contra al-Rasid y que se reunió con Yahya en la región de Mazala. La rebeldía de Ibn Waqatir provocó una expedición de castigo en las tierras de los Haskura, al norte del Atlas, pero mientras esta se desarrollaba, Yahya e Ibn Waqatir reunieron un ejército compuesto por gentes de los Haskura del sur del Atlas, los Yalawa y los Mazala, con el que marcharon hacia Marruecos para tomar la capital por sorpresa. En cuanto la noticia se conoció en Marruecos, el ejército califal dio media vuelta e interceptó a las tropas rebeldes, derrotándolas. Una vez más Yahya buscó refugio en Siyilmassa.

En la primavera de 1235, en medio del caos político causado por la cruenta guerra civil que asoló Marruecos, Yahya, aprovechando un momento de vacío de poder, fue trasladado a la capital por su valedor Ibn Abí Hafs (que le había protegido en las montañas), que consiguió un tenue reconocimiento por parte de la población, que esperaba que la proclamación de Yahya evitase un inminente saqueo de Marruecos por parte de los Jult.

Durante este segundo reinado Yahya fue una marioneta en manos de los señores árabes, que le obligaron a nombrar visir a Ibn Abí Hafs y, tras su muerte por enfermedad, a su hermano Abú Ibrahim, que fue asesinado. Yahya entregó la administración de sus negocios a un paje, Abú Hamama Bilal, que incluso llegó a suplantar la firma del califa y a ordenar la muerte por traición de un hermano de Yahya, Alí ibn al-Nasir.

Mientras, al-Rasid, hijo de al-Mamoun que le sucedió a su muerte en 1232 y que había huido de la capital ante los ataque de los árabes en primavera de 1235, preparaba desde Siyilmassa su entrada en Marruecos y había conseguido el apoyo de los árabes Sufyan y de algunas ciudades como Fez. A finales de 1235 Yahya y sus leales fueron derrotados por las tropas de al-Rasid en la batalla de Awiyidán. Yahya fue abandonado por sus partidarios y se refugió solo en el Garb, donde consiguió la promesa de los árabes Ma'quil de que le ayudarían a recuperar el trono, pero uno de ellos, quizás para congraciarse con al-Rasid lo asesinó y envió su cabeza a Marruecos metida en un tarro de miel; su cuerpo fue enterrado en el camino de Fez a Taza.

Según las crónicas Yahya fue un hombre indolente y apático, que delegó sus atribuciones en consejeros y visires y con una enorme prodigalidad en prometer a los demás lo que él mismo no poseía. Tuvo una parálisis en la mano derecha que le impedía sostener el cetro califal y su autoridad fue muy poco respetada, llegándose al punto de que sus más bajos soldados se sentaban a su lado, ignorando las más básicas reglas de la etiqueta.

Al-Yahiz

(Basora, 776 - 868) Escritor árabe. Escribió unos doscientos volúmenes que van desde tratados de teología de la escuela racionalista muítazilí a libros de polémica político-religiosa y obras de lexicografía. Sin embargo, el núcleo de su obra se inscribe dentro del adab, género misceláneo que, al modo de un manual modélico sobre la arabidad, aborda cuestiones varias sobre el arte de vivir y el buen comportamiento.

Aunque no abandonó su ciudad natal, frecuentó los círculos intelectuales de Bagdad, sin ocupar jamás un cargo oficial, ni entregarse a otra actividad al margen de la escritura. Dotado de una curiosidad notable, en su obra se evidencia una fecunda síntesis cultural entre lo árabe, lo persa y el pensamiento griego.

Maestro de la prosa literaria medieval, entre sus obras más conocidas se destacan El libro de los avaros, que es a la vez una galería de retratos y un análisis de la avaricia, y El libro de los animales, mucho más que un simple bestiario medieval, en el que se entreveran agudas digresiones teológicas, metafísicas y sociales. Este autor representa auténtico humanismo árabe.

Juan Yagüe Blanco

(San Leonardo, Soria, 1892 - Burgos, 1952) Militar español. Fue teniente coronel del Arma de Infantería, y participó en la campaña de Marruecos, donde llevó a cabo una brillante actuación militar.

Posteriormente, tomó parte en la represión de la revolución de Asturias de 1934, al mando de tropas expedicionarias marroquíes. Fue un fervoroso falangista y amigo personal de José Antonio Primo de Rivera.

En febrero de 1936 ocupó el cargo de jefe de la 2ª Bandera de la Legión destacada en Dar Riffien, acuartelamiento cercano a Ceuta, donde hizo de enlace entre el general Mola y el grupo de militares destinados en África que conspiraban contra la República instaurada en España; al tiempo que comenzó a actuar como agente oficioso del general Franco.

A principios de junio del mismo año rechazó el cargo de agregado militar en una embajada que le ofreció Santiago Casares Quiroga, presidente del Gobierno y ministro de la Guerra. El 17 de julio de 1936 se sublevó contra el Gobierno republicano tomando sin dificultad la plaza de Ceuta, donde se encontraba destinado, y haciéndose días después con el mando supremo de la Legión. Más tarde se trasladó a Sevilla y se puso al frente de las columnas que iniciaban su marcha hacia Madrid.

El 10 de agosto alcanzó Mérida, ciudad que ocupó al día siguiente y donde se fusionaron los ejércitos nacionales del Norte y del Sur. Tres días después, y tras una enconada batalla que causó grandes pérdidas en sus tropas, entró en Badajoz, sometiendo a la población a una durísima represión. Seguidamente conquistó las localidades toledanas de Navalmoral de la Mata, Talavera de la Reina y Maqueda.

En septiembre de 1936 apoyó con su presencia la candidatura del general Franco al Mando Único. Posteriormente participó en los frentes de Madrid, Aragón (batalla de Teruel y del Ebro) y Cataluña. A pesar de que aceptó la Unificación y formó parte del I Consejo Nacional de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, durante el acto conmemorativo del primer aniversario de la Unificación pronunció un discurso en favor de Manuel Hedilla y otros falangistas encarcelados con motivo de los sucesos acaecidos en Salamanca en abril de 1937, que incomodó a las altas esferas falangistas.

En 1937, ascendido ya a general de brigada, se hizo cargo del mando del Cuerpo del Ejército Marroquí con el que ocupó Barcelona. En agosto de 1939, terminada ya la contienda, fue nombrado ministro del Aire en uno de los gobiernos presididos por Franco. En 1942 fue ascendido a teniente general a cargo de la Capitanía General de la VI Región Militar (Burgos). El 22 de octubre de 1952, con la dignidad militar de capitán general a título póstumo, el jefe del Estado le concedió el título de marqués de San Leonardo de Yagüe.

Yagmurasan

(Abu Yahya Ibn Zayyan Yagmurasan; ?, 1208 - Tlemcén, Argelia, 1283) Fundador de la dinastía de los abd al-wadíes (1239-1554) y primer emir de la misma (1239-1283). A la caída del Imperio almohade, Yagmurasan aprovechó el vacío de poder existente en las zonas más orientales del Magreb para fundar una dinastía beréber.

Tras ser proclamado emir de los musulmanes, en el año 1239 Yagmurasan se dispuso a reafirmar y defender su recién creado reino de las amenazas procedentes de los emires hafsíes tunecinos, con cuyo emir al-Mustansir firmó un pacto de no agresión. En dicho pacto, reconocía la autoridad religiosa del al-Mustansir y, sobre todo, de los emires benimerines marroquíes, dinastía también de origen beréber que ocupó en Marruecos el sitio dejado por los almohades.

A pesar de derrotar al emir almohade Said, en el año 1248, Yagmurasan fue vencido finalmente, en el año 1271, por el emir benimerí Abu Yacub, cerca de Oujda. Gracias a su hábil labor como gobernante, administrador y diplomático, su sucesores heredaron un reino que perduró hasta mediados del siglo XVI, rodeado de enemigos mucho más poderosos.

Kevin Yagher

(Dayton, Ohio, 1964) Maquillador y técnico de efectos especiales estadounidense. Aficionado al cine desde niño, conoció al maquillador Dick Smith cuando apenas era un adolescente.

Smith entendió que Yagher tenía un talento especial para los efectos especiales y lo animó a viajar a Hollywood o Nueva York, lugares donde sería más fácil que encontrara trabajo en el mundo del espectáculo.

Asimismo, Dick Smith le facilitó el contacto con Rick Baker y Stan Winston, dos veteranos del maquillaje que toman a Yagher como aprendiz en sus laboratorios. Consiguió su primera gran oportunidad cuando Steven Spielberg lo contrató para realizar parte de los efectos especiales de la teleserie Cuentos Asombrosos, que fue un éxito en la televisión norteamericana de mediados de los años ochenta.

Wes Craven, que en 1985 preparaba la primera entrega de Pesadilla en Elm Street, comentó con Yagher la posibilidad de que éste desarrollara un nuevo maquillaje para el actor protagonista de esa serie de filmes de terror, Robert Englund. El personaje central al que éste daba vida, Freddy Krueger, es un psicópata que comete sus crímenes en los sueños de los adolescentes. Se trata de una figura peculiar dentro del cine de horror, pues tiene cierto sentido del humor y despierta la simpatía de los espectadores.

Yagher desarrolló un maquillaje facial fácilmente reconocible, que simula quemaduras profundas, aunque sin desfigurar del todo la gestualidad del actor. El enorme éxito de esta figura favoreció las nuevas oportunidades de trabajo de Yagher, quien diseñó por esas fechas a los alienígenas de la película Cocoon (1985), un filme de Ron Howard de gran acogida comercial.

Mientras continuaba trabajando en nuevas secuelas de Pesadilla en Elm Street, recibió una llamada del director Tom Holland, quien le encargó el desarrollo técnico de “Chucky”, el personaje central de la película Muñeco diabólico (1988). Yagher diseñó una marioneta teledirigida enormemente compleja, cuyas posibilidades gestuales y móviles eran casi ilimitadas. Aparte de uno de sus mayores éxitos profesionales, esta producción también cambió la vida personal de Yagher, pues durante el rodaje conoció a la actriz protagonista, Catherine Hicks, con quien contrajo matrimonio.


Cartel de Hellraiser

Confirmó su talento como diseñador de maquillajes y dispositivos teledirigidos en películas como Hidden: Oculto (1987), Cariño, he agrandado al niño (1992), Paro clínico (1992) y Cara a cara ( (1997). Decidido a implicarse más profundamente en sus nuevos proyectos, comenzó a producir algunas de las películas en las que intervino, entre ellas las secuelas de Muñeco diabólico. Paralelamente, dio sus primeros pasos en el campo de la dirección en algunos episodios de la teleserie Tales from the Crypt. Su primera experiencia como director de largometrajes fue Hellraiser IV.

Yacub

(Abu Yusuf Yacub al-Mansur; Marrakech, 1160 - 1199) Tercer emir de Marruecos de la dinastía almohade (1184-1199), hijo y sucesor de Yusuf I. Su emirato, plagado de constantes amenazas procedentes del interior y del exterior del imperio, coincidió con el período de mayor esplendor de los almohades en al-Andalus. Yacub se reveló como un estadista capaz y constructor de un buen número de fuentes, puentes, palacios y mezquitas, como muestran las construcciones del hospital de Marrakech, el más grande y mejor dotado del mundo en su época, la Giralda de Sevilla y la mezquita al-Hassan de Rabat. Condenó por motivos religiosos a Averroes y persiguió con encono a los judíos marroquíes.

La muerte de Yusuf I, en el año 1184, fue mantenida en secreto durante algún tiempo en previsión de posibles discordias dinásticas dentro de la familia del emir. Yusuf I había nombrado sucesor a su hijo Yacub, que se encontraba en Sevilla y al cual la nobleza y el pueblo le habían jurado fidelidad en el alcázar. De Sevilla marchó apresuradamente a Rabat con el mismo objetivo, después de nombrar a su fiel hermano Abu Yahya gobernador de al-Andalus.

Tras el juramento acostumbrado, los principales gobernadores del norte de África fueron notificados de la ascensión, noticia que levantó fuertes recelos entre algunos familiares de peso del nuevo emir, objeciones que finalmente fueron solventadas cuando el emir les llenó las manos de dinero y les concedió amplios dominios territoriales.

Nada más iniciar su reinado, Yacub se encargó de disipar a todo el mundo cualquier tipo de duda sobre sus aptitudes como emir, habida cuenta de su disipada y conocida juventud. Lo primero que hizo fue restituir la rígida moral religiosa impuesta por su abuelo Abd al-Mumin: prohibió el uso de las bebidas alcohólicas, los bordados y las vestiduras de seda y atacó la vida licenciosa y relajada de las élites almohades.

Al año siguiente de su ascenso al trono, Yacub tuvo que prestar atención a la amenaza de los Banú Ganiyah de Mallorca, dinastía que llevaba gobernando las Baleares desde los primeros tiempos de los almorávides, aunque nunca dejaron de reconocer la autoridad religiosa del califa de Bagdad y la política de los almohades. Dedicados al lucrativo negocio de la piratería, con Yacub en el trono se negaron a reconocer su poder y tomaron la ciudad norteafricana de Bujía, desde donde comenzaron a realizar otras conquistas hacia el oeste. Su caudillo, Ali Ibn Ganiyah, entró en Bujía y, con la ayuda de algunos de sus habitantes, hizo prisioneros a dos príncipes almohades puestos por Yacub, a los que mantuvo como rehenes. A Bujía le siguió Argel y varias ciudades costeras más, en las que izó el estandarte negro de los abasíes de Bagdad.

Yacub recibió estas noticias con consternación y preocupación, ordenando a su primo Abu Zaid Ibn Hafs, al que nombró gobernador del Magreb central, que organizara varias expediciones de castigo contra el insolente rebelde. La confrontación duró tres largos años, hasta que, en 1187, Alí Ibn Ganiyah fue totalmente vencido.

Tan pronto como Yacub consiguió deshacerse de éste, tuvo que volver a hacer frente a varios intentos de derrocamiento fomentados por algunos de sus familiares que todavía cuestionaban sus derechos al trono. Al mismo tiempo, en al-Andalus la situación no se presentaba mejor que en África. Por una parte, Sancho I de Portugal logró tomar, en el año 1189, la ciudad de Silves, ayudado por cruzados ingleses, alemanes y franceses, mientras que por otra parte, Alfonso VIII de Castilla tenía puesto cerco a varias ciudades y fortalezas almohades en las que venía exigiendo el pago de un fuerte impuesto para no invadirlas.

En el año 191, el obispo de Toledo y los caballeros de la orden de Calatrava devastaron las comarcas de Jaén y Córdoba. Yacub tardó bastante tiempo en reaccionar pero, ese mismo año, desembarcó en Tarifa a la cabeza de un gran ejército con el que se dirigió raudo a Córdoba. Antes de emprender la campaña contra los cristianos, Yacub recibió en Sevilla una delegación del rey leonés Alfonso IX para pactar una tregua, la cual proporcionó al emir la libertad que necesitaba para enfrentarse a Portugal, reconquistar Silves y hacer retroceder a las tropas castellanas. La alianza con los almohades le costó al rey leonés el ser excomulgado por el papa Celestino III.

Después de confirmar en el puesto a su hermano Yahya, en el año 1193 Yacub regresó a Marrakech para dirigir personalmente la guerra contra el hermano de Ali, Yahya Ibn Ganiyah. La ausencia del emir en la Península fue aprovechada por Alfonso VIII para recuperar el terreno perdido y adentrarse hacia territorios meridionales de al-Andalus. Cuando a comienzos del año 1195, Alfonso VIII realizó incursiones de castigo por toda la región sevillana, amenazando seriamente la capital, Yacub regresó apresuradamente a al-Andalus al frente de sus mejores tropas beréberes, dispuesto a acabar de una vez por todas con la amenaza castellana.

El 27 de mayo de ese mismo año, Yacub partió desde Córdoba rumbo hacia Ciudad Real, cruzando rápidamente Sierra Morena, tras de lo cual encontró al grueso de las tropas castellanas acampadas en la ciudad de Alarcos. Con el fin de evitar el avance musulmán por el paso de El Congosto, que se consideraba la frontera del reino de Castilla, Alfonso VIII presentó batalla a las tropas almohades antes de que llegase la ayuda prestada por el monarca leonés, obligado por el papa a prestar ayuda al monarca castellano para que se le levantara la excomunión y cuyas tropas estaban atravesando la provincia de Toledo.

La batalla de Alarcos, acaecida el 19 de julio, se decidió del lado musulmán con una aplastante derrota de las fuerzas castellanas. Alfonso VIII logró huir y refugiarse con unos pocos nobles en Toledo. La magnitud y repercusiones de Alarcos pueden compararse con las de la batalla de Sagrajas (Zalaca), en el año 1085. A partir de ese momento, Yacub pasó a ser conocido con el apodo de al-Mansur ('el Victorioso').

Poco después, el amir almohade recibió las peticiones de paz de Alfonso IX de León, Sancho VII de Navarra y Sancho I de Portugal, treguas que permitieron a éste concentrar todas sus fuerzas contra Castilla. Los almohades conquistaron Calatrava y varias fortalezas de los alrededores de Toledo, capital que fue sitiada sin éxito alguno. Al año siguiente, en una nueva y brillante incursión, Yacub llegó hasta la actual provincia de Guadalajara, conquistándola por entero junto con las plazas de Madrid y Alcalá, tras de lo cual se dedicó a talar los campos de Talavera, Albacete y Trujillo.

Parecía que los almohades estaban en disposición de reconquistar todo al-Andalus, al igual que en los tiempos califales, pero Yacub no pudo explotar su éxito ya que tuvo que regresar precipitadamente a Marrakech para sofocar varias revueltas locales. Cansado y enfermo de gravedad, alcanzó su capital en el año 1198, donde murió al año siguiente sin terminar su obra de estabilización. Fue sucedido en el trono almohade por su hijo primogénito Muhammad (1181-1213), emir bastante incompetente que no pudo evitar la dolorosa derrota del año 1212 en la batalla de Las Navas de Tolosa, acontecimiento que significó el principio del fin de los almohades.

Kateb Yacine

(Condé Smendou, Constantina, 1929 - Grenoble, 1989) Escritor argelino en lengua francesa. Estudiante en la Escuela francesa de Sétif, fue arrestado en 1945 por haber participado en las manifestaciones del 8 de mayo, y quedó profundamente traumatizado por la experiencia carcelaria y la violencia represiva. Se convirtió en el portavoz literario de los escritos en defensa del pueblo argelino.


Kateb Yacine

Su primera antología poética, Soliloquios, fue publicada en Bona en 1946. En 1950, después de haber ejercido por un tiempo el periodismo en Argel, se trasladó a París, donde publicó su primera novela Nedjma (1956) en la editorial Éditions du Seuil. Aparecida en plena guerra de Argelia, esta novela se reveló como una de las más vigorosas de la literatura magrebí. Se exilió a Italia, Alemania y Bélgica a causa de la persecución de la que fue objeto en Francia.

Poco conocido en su propio país, supo construir, a pesar de estar alejado de su gente, una obra llena de esencia árabe. Le polygone étoile (1966), de vocabulario lujurioso, es una obra en la que el inconsciente argelino del autor emerge con gran fuerza. Además de poeta y novelista, fue dramaturgo. En 1959 publicó un ciclo teatral, Le Cercle des Représailles. En 1958, Jean-Marie Serreau estrenó en Bruselas su obra Le cadavre encerclé; en 1963, La femme sauvage, y en 1967, se estrenó en París Les Ancêtres redoublent de férocité. En 1970, publicó L'homme aux sandales de caoutchouc.

Finalizada la guerra de Argelia, no pudo volver a su país durante muchos años. Cuando regresó a Argelia, se dedicó a su profesión de dramaturgo en lengua árabe. Entre las piezas representadas en árabe argelino, se distinguen por su fuerza satírica Mohammed prends ta valise (1971), Saout-En-Nisa (1972), La guerre de 2000 ans (1974), Le roi de l'Ouest (1977) y Palestine trahie (1978).

El tormento está presente en toda la obra de Kacine. El francés representa para él una lengua alienante, impuesta por los colonizadores, junto con una educación que fue "una segunda rotura del cordón umbilical, un exilio interno que acercaba al escolar a su madre sólo para volverle a alejar aún más de ella, del murmullo de la sangre y de los susurros de desaprobación de una lengua proscrita". La madre y el lenguaje materno son "los únicos tesoros inalienables y, sin embargo, continúan robados". Kacine transformó así la lengua aprendida en un arma de revolución y de reconquista de sí mismo, proclamando con ella la identidad y la independencia de su pueblo y haciéndose entender más allá de las fronteras argelinas. Sin embargo, tan pronto como le fue posible, volvió a su idioma ya que, por encima de todo quería ser comprendido por su propia gente.

Su estilo violento se asemeja a una ceremonia ritual a la que el propio lector es llamado a participar. Kacine supo hacer suyas las innovaciones formales de las más avanzadas vanguardias poéticas, e integrarlas en la tradición literaria islámica, llena de sentido trágico y épico. Así, en Nedjma, el pasado y el presente de Argelia se confunden en un tiempo único. En Le polygone étoilé la narración se convierte en autobiografía; la poesía, en sátira; y los hechos históricos, en fervor lírico. Utiliza diversos registros y los funde para expresar mejor todos los aspectos de la realidad y combinar lo vivido con lo simbólico.

Yabran Jalil Yabran

(Bassarri, Líbano, 1883-Nueva York, 1931) Escritor y pintor libanés. Emigró, junto con su familia, a EE UU (1895). Posteriormente residió en París, donde fue discípulo de Auguste Rodin. En 1920 fundó en Nueva York una liga literaria (Al-rahita al-qalamiyya) para agrupar a los escritores estadounidenses de origen árabe. Su obra reúne poemas en prosa, novelas de costumbres y autobiográficas y reflexiones, en los que aparece su preocupación por los temas sociales: Los cortejos, Las novias de las praderas (1906), Las almas rebeldes (1908), Las alas rotas (1912), Sand and foam (1926), Jesus, the son of a man (1928), y sobre todo, The prophet (1923).

Yabra Ibrahim Yabra

(Belén, 1919) Escritor y pintor iraquí. Profesor de literatura inglesa en las Universidades de Jerusalén y Bagdad. Fue uno de los fundadores de la Sociedad de Arte Moderno de Iraq. Realizó diversos estudios críticos sobre las literaturas europeas (El octavo viaje, 1967).

Es autor también de libros de poesía (Tammuz en la ciudad, 1960), ensayos (El arte iraquí contemporáneo, 1972), traducciones del inglés (Hamlet, 1960) y novelas (Un grito en una larga noche, 1946; Sudores, 1956; El primer pozo, 1998; Cazadores en una calle angosta, 1999).

Ya Ding

(1956) Escritor chino. Después de trabajar unos años como campesino, inició estudios de Francés en la Universidad de Pekín, donde fundó la primera revista de estudiantes tras la Revolución Cultural (diciembre de 1964). Ha sido traductor de Baudelaire, Flaubert, Sartre y Camus. En 1986 fue galardonado en el concurso internacional de traductores de Francia.

De su producción narrativa, escrita en francés y regida por la constante literaria que le lleva a mezclar tradición y modernidad, destacan sus tres novelas largas: El Sorgo Rojo, Los herederos de los siete reinos (1989) y El juego del agua y del fuego (1990). La primera de ellas obtuvo dos premios literarios en 1988: el Prix Lazes y el Prix de l'Asie.

El Sorgo Rojo, bien conocida en Occidente gracias a su adaptación cinematográfica, nos ofrece una visión renovada de la Revolución Cultural. Los Herederos de los Siete Reinos constituye un documento único sobre las revueltas que concluyeron en los trágicos incidentes de la plaza de Tian An Men. La obra oscila entre la cruda descripción de un presente inestable (tras la Revolución Cultural, China aún se debate entre la miseria y la falta de libertad) y las puntuales evocaciones del pasado y de sus creencias religiosas. El valor documental de la obra queda reforzado por los rasgos autobiográficos que el autor intercala en la narración.

En El juego del fuego y del agua, Ya Ding nos sigue mostrando la historia de la China contemporánea. El protagonista, Li Liang, viaja a París y vive allí una singular educación sentimental. Envuelto en una maraña de relaciones con mujeres occidentales e inmerso en un mundo dominado por el deseo y la ambición, la identidad de Liang comienza a tambalearse.

El joven acude a un viejo sabio que le inicia en la simbología astrológica y en la teoría oriental de los elementos. Éstos, tal y como enseña la antigua filosofía china, son cinco: el agua, el fuego, la madera, el metal y, en el centro de todos ellos, la tierra. Conocido como uno de los más genuinos interlocutores entre la civilización occidental y la oriental, Ya Din nos muestra en esta novela cómo los contrastes antagonistas de ambas civilizaciones se diluyen y se integran en el aprendizaje.